RESEÑA HISTORICA

La tradi­ción oral chu­paquina recopi­la­da por David J. Dor­re­garay Bra­vo nar­ra la his­to­ria de la “Dan­za Guer­rera los Shapish”, vin­cu­la­da a un antiguo grupo étni­co cono­ci­do como Huan­ca Chu­pa­cos, res­i­dentes de Chu­paca, car­ac­ter­i­za­dos por su beli­cosi­dad y amor por la lib­er­tad. Frente a la con­quista Inca, lid­er­a­da por Capac Yupan­qui y Pacha­cutec, los Huan­ca Chu­pa­cos resistieron firme­mente. Optaron por huir hacia los bosques del Hual­la­ga para evi­tar la dom­i­nación, donde adop­taron cos­tum­bres selváti­cas, que luego rein­tro­du­jeron en su región tras la caí­da del rég­i­men incaico.
A medi­a­dos del siglo XIX, durante las cel­e­bra­ciones en hon­or a la San­tísi­ma Cruz en el bar­rio de San Miguel de Pin­cha, Chu­paca, la dan­za comen­zó a resur­gir, lid­er­a­da por Loren­zo Mel­gar Cuadros. Su impor­tan­cia cre­ció con la con­struc­ción de la “Capil­la Antigua” en 1861 en el para­je Man­chay. Alrede­dor de 1890, pandil­las exclu­si­va­mente mas­culi­nas, impul­sadas por Ascen­sión Mel­gar Antezano hijo de Loren­zo Mel­gar Cuadros, comen­zaron a for­marse.
En este peri­o­do, se intro­du­jeron nuevos instru­men­tos musi­cales como el arpa y el vio­lín, desta­can­do músi­cos como Hermenegildo Jiménez “Pimp­ish” en el arpa y Mar­cos Pazi “Chu­cuch” en el vio­lín. Más tarde, en 1915, se incor­po­raron el clar­inete y el saxo, con famosas des­pe­di­das a los músi­cos en Pam­par­ca.
En 1925, Emilio Mel­gar Pare­des, cono­ci­do como “Acharsh”, jun­to con otros líderes, redu­jo las pandil­las a tres pare­jas de varones. Este lega­do fue con­tin­u­a­do por Jere­mías Pedro Mel­gar Alia­ga y Víc­tor Mel­gar Rojas, hijos de “Acharsh”, y otros seguidores con­tem­porá­neos de la dan­za. A par­tir de entonces, se cul­tivó la Dan­za de Los Shapish en var­ios bar­rios de Chu­paca, dan­do lugar a un pro­ce­so de inno­vación con­stan- te que llevó a la for­ma actu­al de man­i­festación de Los Shapish. Espe­cial­mente a par­tir de 1975, con la intro­duc­ción de con­cur­sos y la adop­ción gen­er­al­iza­da de las 60 fig­uras core­ográ­fi­cas y la músi­ca escri­ta en pen­ta­gra­ma por Jesús Dor­re­garay Mos­quera.

ESCARAMUZA
Baile de paso mar­cial y acen­tu­a­do, con la mira­da al frente, sin girar la cabeza a los costa­dos. Los bra­zos se dispo­nen rec­tos a la altura del hom­bro, con movimien­tos de pisadas firmes en T. Con­sti­tuye en el fon­do un sim­u­lacro de batal­la.

CACHUA

Baile mod­er­no con movimien­tos ligeros de la cabeza, bra­zos en movimien­tos hacia delante y hacia atrás, pisadas acel­er­adas y zap­ateo febril. En esta parte los capo­rales o Shapish entre­gan sus armas a los Negros para fes­te­jar el tri­un­fo.

CHIMAYCHA
Baile eufóri­co con movimien­tos ver­ti­cales ligeros de la cabeza, bra­zos que eje­cu­tan movimien­tos ligeros flex­ionán­dose y extendié­dose al rit­mo de la músi­ca y el zap­ateo fuerte con tres pisadas firmes al final.

El Shapish es un per­son­aje cuya ves­ti­men­ta y acce­so­rios están llenos de sim­bolis­mo y ele­men­tos de la sel­va. Lle­va una más­cara de madera de maguey pin­ta­da de rojo inten­so, con big­otes y cejas dora­dos, y una mas­cay­pacha roja bor­da­da en la frente, coro­n­a­da con un pena­cho de plumas de pavo real. Su atuen­do prin­ci­pal es una cush­ma, una túni­ca mul­ti­col­or típi­ca de los pobladores de la sel­va, dec­o­ra­da con bor­da­dos en alto relieve, que deja entr­ev­er las blondas del cal­z­on­cil­lo. Sobre el tra­je cuel­gan amule­tos, ban­das de semi­l­las y plumas de aves selváti­cas. Por­ta en su mano derecha un Shapish, gen­eral­mente un pequeño ani­mal tal­la­do en madera, y en la izquier­da fle­chas y lan­zas selváti­cas. En su espal­da lle­va una canas­ta con fru­tas y a sus hijos, rep­re­sen­tan­do su mes­ti­za­je con la mujer selváti­ca.

Los Negros son per­son­ajes secun­dar­ios en la dan­za Shapish, encar­ga­dos de apo­yar a los dan­zantes en la eje­cu­ción de la core­ografía y la Chi­may­cha. Su rol incluye recoger fle­chas, abrir caminos con láti­gos o zum­bas y realizar bro­mas que los con­vierten en bufones queri­dos y temi­dos. Tam­bién cumplen fun­ciones impor­tantes en la fies­ta, como super­vis­ar el con­sumo de comi­da y bebi­da den­tro del con­vite, y par­tic­i­par en demostra­ciones como el “sacud­imien­to”. Su carác­ter humorís­ti­co y travieso está bal­ancea­do por el respeto y las respon­s­abil­i­dades que asumen, siem­pre bajo la super­visión de la orga­ni­zación del barrio.r.